Segunda jornada consecutiva de sol en Santander. Esto había que aprovecharlo. A primera hora de la mañana cogí la cámara de fotos y, tras el café, fui camino de La Magdalena. He aquí el resultado del paseo. La primera foto muestra lo que se ve desde la zona elevada del recinto: la Isla de Mouro.
El “tren” más popular de la ciudad: el famoso “magdaleno”, en el que los turistas recorren el recinto mientras escuchan explicaciones sobre el lugar. Os recomiendo este viaje.
El histórico y bellísimo Palacio de La Magdalena, una de las joyas arquitectónicas de nuestra comunidad autónoma, ubicado en un lugar de excepcional belleza. Lo fotografié así.
Desde los jardines traseros del Palacio se contemplan unas vistas del mar impresionantes. Ejemplo: versión náutica de David y Goliat…
En estos galeones el navegante santanderino Vital Alsar (personaje sensacional, a quien tantas veces he entrevistado) y sus tripulaciones realizaron travesías oceánicas extraordinarias, llenas de momentos mágicos mezclados con otros de infinito peligro. En suma, experiencias ¡de película! Y muy hermosas en su fondo: transmitir un mensaje de Paz Universal.
El zoo marítimo de La Magdalena es visitadísimo cada día tanto por nativos como por forasteros. Esta mañana había varios colegios en él. Los críos se lo pasaban de maravilla viendo a las focas y los pingüinos. Le hice esta foto a uno de los ejemplares, que se daba muy feliz este chapuzón…
Los pequeños edificios interiores del recinto -policía, oficinas, guardianes, etc.- mantienen la estética del Palacio. Su encanto es evidente.
Cuando por estar enfermos hay que talar algunos árboles de la península los artistas se encargan de eternizarlos dándoles forma de obra creativa. Este caso es buenísimo. ¡Viva el talento!
Última foto. Está realizada desde una de las partes altas de la península. Trepé por ella para captar bien al famoso camello de la popular Playa del idem, que queda al lado. Se le veía de maravilla. Parece mentira que el mar haya esculpido, como si del mejor de los escultores se tratara, una pieza tan asombrosamente perfecta. Es un verdadero capricho de la naturaleza. The end.