¡Por fin salió el sol en Santander! ¡Aleluya! Hoy hemos disfrutado de una mañana espléndida. Fui cámara en mano a El Sardinero y he aquí el resultado. Como dice la conocida y pegadiza canción que interpretan mis amigos Los Carabelas, “un paseo por El Sardinero no hay igual en el mundo entero”. Esta imagen es de la Segunda Playa. La bajamar era espectacular y dejaba comprobar la limpieza de las playas (tras la Noche de San Juan) y su fina arena.
Parque de Mesones. Réplica a escala del puerto de Santander con su bahía en calma…
Uno de los huecos-adorno del mirador inferior de los Jardines de “Piquío”.
Desde la amplísima plaza-terraza de la Primera Playa, dos edificios de enorme belleza: el Gran Hotel Sardinero y el Gran Casino Sardinero.
Los mismos edificios desde la Primera Playa, reflejados en la zona húmeda de la arena.
Las bicicletas, preparadas para que nativos y forasteros disfruten pedaleando por el carril-bici que recorre numerosos lugares de la ciudad y, por supuesto, de El Sardinero.
La bajamar permitía contemplar también estas inmensas rocas de estratos, habitualmente ocultas bajo el agua, con siglos y siglos de historia.
Hoy pude captar el camello de la Playa del idem por delante, algo que, debido a las mareas habituales, pocas veces se puede hacer. He aquí otra perspectiva del personaje.
En la zona habilitada de la Playa del Camello varias personas jugaban al deporte playero santanderino: “las palas”. Y muy bien. Consiste en que la pelota, de tenis, no caiga al suelo.
Nadie se quería perder la mañana en El Sardinero. Este perro tan guapo, tampoco.
El sol le da otra dimensión al paisaje, está claro. Y hoy lucía con verdadera intensidad…
Y para terminar el paseo más sol, flores y cielo. Junto a “Piquío”, homenaje a la Madre Naturaleza, siempre tan hermosa. ¡Espero que os haya gustado el reportaje, amigos!