Recuerdo artístico / Amalia Molina

Una de las artistas españolas de mayor éxito internacional (especialmente en EE. UU., donde trabajó en numerosas ciudades) fue la tonadillera Amalia Molina (foto). De su maestría a la hora de cantar y bailar disfrutaron los ciudadanos que llenaron, por este orden, el “Salón Pradera” de Santander en agosto de 1914; en agosto de 1917 el “Teatro Principal” de Torrelavega y el “Teatro-Circo” de Castro Urdiales, y en febrero de 1920 el “Teatro Pereda” de Santander. Amalia (Sevilla, 1881; Barcelona, 1956) alcanzó su cumbre profesional en Broadway, presentándose en teatros tan impresionantes e históricos de Nueva York como el “Mecca Auditorium” y el “Hippodrome”. La prensa se deshacía en elogios hacia ella. Ejemplos: “joya del Guadalquivir”, “alma de España”, “canzonetista con estilo propio y arte maravilloso”, “el entusiasmo de los espectadores llega al frenesí”, “artista que se hace sentir, que conmueve”… Grabó varios discos y sus actuaciones siempre estuvieron subrayadas por magníficos decorados, obra de Luis Muriel, y el elegante vestuario que lucía, confeccionado en París. Su éxito en el continente americano se amplió a Cuba, México, Chile, Perú y Argentina. Y en Europa a Francia (Teatro “Olympia” de París) y Londres (teatros “Palace” y “Chelsea”). En España era una estrella tan admirada como querida. El público la aplaudía con pasión tras cantar una pieza regional, un cuplé, un pasodoble, un tema de flamenco u otro género que eligiera. Inolvidable Amalia Molina, grande entre las grandes en la época dorada de las varietés.