Ha publicado EL DIARIO MONTAÑÉS en las páginas de Opinión de su edición impresa mi artículo titulado “Cantinflear”. Evoco en él a un artista extraordinario, Mario Moreno “Cantinflas” (foto). He aquí el texto:
Desde el próximo domingo los lectores de El Diario Montañés tendrán la oportunidad de adquirir una excelente colección de dvds con las mejores películas protagonizadas por un genio del espectáculo: Mario Moreno “Cantinflas”. La relación de títulos no puede resultar más seductora: El bolero de Raquel, Su excelencia, El circo, Los tres mosqueteros, El mago, El gendarme desconocido, El señor fotógrafo, Si yo fuera diputado, El padrecito… Todas, joyas del cine de humor. Pero no de un humor cualquiera, sino eterno. De máxima calidad. De talento.
Además de convertirse, como he escrito, en genio de la farándula, Mario Moreno ejerció de ser humano con gran corazón. Es muy conocido lo que ayudó económicamente a las personas más humildes que se cruzaron en su camino; de qué admirable modo proyectó hacia la sociedad su bonhomía, rasgo de la personalidad con el que una de dos: se nace o no se nace, pues no se compra en ningún sitio. Mario hizo en su país muy buenas migas, por cierto, con un ilustre cántabro que echó allí raíces: el inolvidable Eulalio Ferrer, referente de la publicidad y la literatura. Fueron tan amigos que se convirtió en padrino de la hija de nuestro paisanuco. ¡Cuántas veces me habló de él Eulalio cuando conversábamos, mirando a la bahía, en su piso de El Sardinero! ¡Con qué cariño y admiración!
Una de las mayores aportaciones que legó el personaje de “Cantinflas” a la lengua y a la descripción de tipos permanece reflejada en el diccionario de la RAE. Ese libro, que tan pocos conocen y/o usan, matiza así la voz “cantinflear”: “Hablar o actuar de forma disparatada e incongruente y sin decir nada con sustancia”. Inmejorable definición, ¿verdad? Por mucho que les moleste leerla/escucharla, a la mayoría de disparatados protagonistas de la cosa pública que pululan por España les queda como anillo al dedo. Los sufridos ciudadanos tenemos que soportarles, día sí, día también, “cantinfleando” de manera imparable. Y, encima, sin que hagan ninguna gracia, ninguna, con su insustancial y torpe verborrea mediática. Donde esté el original, que se quiten los émulos tan voluntariosos como desafortunados.