“La dicha de dar” es el título de mi artículo -foto- que ha publicado “El Diario Montañés” en sus páginas de Opinión. Reflexiono en él sobre la diferencia que existe entre la generosidad y la obligación. Este es su texto:
Desde hace años pintan bastos, no hay un duro y a muchos políticos les afecta el virus Bienvenido Mister Marshall: cada vez que deciden otorgar un apoyo económico a colectivos o particulares se les pone cara/rictus de conseguidores. En determinados casos se expresan de tal manera que incluso parece que sacarán el dinero de su cartera. Qué risa, tía Felisa: ¡de su cartera! Ya, ya. Los hay que no meten la mano en el bolsillo ni por equivocación, habituados como están al todo gratis. Resulta curiosa la transformación de un ciudadano común, que así lo fue el electo de turno, en tipo de caricatura. Ese viaje hacia el absurdo (inmediato, sin remedio, cuando se accede al pedestal del poder y el individuo se aleja de la realidad hacia las alturas) demuestra hasta qué punto la condición humana sucumbe con extraordinaria facilidad ante determinadas tentaciones. El sentido impuro de una dádiva, la bonhomía impostada y la relación superioridad-inferioridad, gérmen de soberbia, se manifiesta con indeseable frecuencia entre numerosos protagonistas de la clase dirigente. Y en múltiples ámbitos. No sólo el internacional, sino también nacional, autonómico y local, que en todas partes cuecen habas y en mi casa a calderadas. Pepe Isbert y compañía, divertidísimas marionetas de hilos manejadas por el genial Berlanga, serían materia light comparados con bastantes personajes de carne y hueso con cargo. Personajes a los que, quizá incluso a gritos, conviene recordar la sentencia de George Eliot: “Hay que ser pobre para apreciar la dicha de dar”. No es su caso, por desgracia para la sociedad. Y de serlo, parece evidente que unos cuantos sufren amnesia crónica. El dinero público sale de los impuestos. O sea, de los contribuyentes. Útil sería que más de un representante de la cosa pública se enterara de ello, si lo ignora. Déjese en consecuencia para el cine en b/n el significativo Bienvenido Mister Marshall, que ahí está bien. En los tiempos que corren las ocasiones para demostrar falsa generosidad son, resulta obvio, ilimitadas. Pero la política nació para otra cosa: crear estructuras firmes de legítimos derechos, asunto radicalmente distinto.