“Los Miserables”, lágrimas de emoción (grupo de teatro La Salle – Santander)


Quizá la belleza de una historia, como de la vida, tenga que ver con encajar las espinas y las flores, la tragedia con la esperanza, lo agrio con lo dulce… De esta manera cala en recovecos de nuestras almas y surge la necesidad de contarse. Entonces se hace el silencio del auditorio y se escucha el lenguaje del corazón. Dantesco y hermoso, el musical “Los Miserables” expresa todo el horror en el que, muy difícilmente, sobreviven seres condenados por lo más vil de nuestra condición humana. Su montaje, arduo, complejo, se entreteje en esta ocasión con una escenografía aparatosa, de gran efecto; un vestuario rico en matices, muy trabajado; unas luces que saben mostrar la magia de los distintos momentos y, especialmente, un trabajo ímprobo de ensayo, concentración y compenetración.

Así el Grupo de Teatro La Salle de Santander presenta su décimo primer montaje. Este grupo de estudiantes y universitarios lo ofrece con motivo de las fiestas del Colegio, cuelga el cartel de “completo” y prorroga funciones para el próximo fin de semana. Impresiona verles trabajar, porque lo que se ve y se siente uno adivina que es el resultado del esfuerzo, estudio, investigación y cooperar para el objetivo final: la obra. En medio de todo ello está su director, Adrián Hoyos, catalizador de la energía, autodisciplina y creatividad de cincuenta jóvenes entregados, entre actores y equipo técnico.

Sus primeras representaciones han finalizado con prolongadas ovaciones de público lloroso y sonriente, ya que todo lo que se ha presenciado es una invitación a la búsqueda de lo bello y lo noble. Mientras te pones el abrigo y sales, vienen a la cabeza las palabras de Saramago: “La verdadera revolución es la bondad”. Es porque estos intrépidos jóvenes nos han invitado a tomar las riendas de nuestra vida y a ser buenos.

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AUTOR DEL ARTÍCULO: Francisco Martín Medrano.

AUTOR DE LA FOTOGRAFÍA: Miguel Elcano.