La llegada de “Tricicle” (foto) al Palacio de Festivales de Cantabria (5, 6 y 7 de noviembre) constituye una gozosa noticia que, a la vez, desmiente el tópico de que “a la tercera va la vencida”. ¡Mentira y gorda! Su caso santanderino demuestra que va a la segunda. Tal cita constituirá un jolgorio teatral perfumado de talento creativo y, por relación causa-efecto, sonoras carcajadas. Dentro de un contexto general en el que por evidente falta de ideas impera lo clónico, con “Tricicle” queda siempre asegurada la originalidad. Gran mérito. Este elenco, salta a la vista, no imita a ninguno. Al revés. Ha sido montones de veces (mal) copiado. Pero ninguna copia, por resultona que sea, supera a un magnífico original. “Bits”, acertadísima sátira sobre el universo digital, invita a que, entre exhibición y exhibición de caries, el espectador active lo que el sagaz Hércules Poirot denominaba “las células grises”. O sea, que piense para que sienta que existe. Sketch a sketch, gesto a gesto, palabra a palabra, “Tricicle” hace suya la afirmación de Mark Twain: “La raza humana tiene un arma verdaderamente eficaz: la risa”. Sus actuaciones son tan divertidas que deberían recetarse en la Seguridad Social. No resulta extraño, pues, que estos geniales artistas llenen todos los teatros donde se presentan y que, además, lleven haciéndolo 35 años. El éxito sostenido en el tiempo jamás resultó fruto de la casualidad sino del trabajo intenso y la constante actualización de conceptos. En la farándula los aplausos no se regalan para la eternidad: se conquistan a diario. “Tricicle” es al respecto, en cada función, un paradigma.