“GÓMEZ DE LA SERNA Y RAÚL ALEGRÍA”, artículo de Francisco Martín

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Leer “El Circo” de Ramón Gómez de la Serna es caer en la cuenta de que Quimera forma parte del imaginario de los circos con los que su autor, su Cronista Oficial, soñaba. Él esperaba, entre otras sorpresas, encontrarse con asientos reservados a señoritas con sombrero. Así en el circo de Raúl Alegría presenciamos situaciones como: la de la taquillera que hace la vista gorda para que le alcance el dinero al niño que vacía su bolsillo en su ventanilla; la señorita que ha tenido un problema con la venta por internet pero insiste en que no quiere que para resolvérselo se le “cuele” de los que están por delante en la fila; el hijo del acróbata que cuando se da un aviso en camerinos sin estar su padre pregunta con ingenuidad y preocupación “¿Lo sabe mi papá?”; que el público espere su turno para ser acomodado mientras contempla una exposición de fotos o la presentación de un cuento; una pareja de abuelos que recuerda haber venido todos los años y que en el anterior él fue sacado a bailar por la trapecista; la mamá que desea abrazar a una artista que la emocionó; la petición de mano del fotógrafo a la maquilladora… o que el director agradece a su personal y artistas su trabajo con una fiesta especial para ellos en la que les pregunta si se han sentido valorados, pues se había propuesto que todo el equipo se sintiese a la misma altura. En definitiva un marco propicio en el que sorprenderse, emocionarse y en el que afloran nuestros mejores sentimientos. Marietta Tonetti dice que es mágico que todo esto se consiga con tan solo una ilusión: el circo. FOTO: J.R. Escena cotidiana en el Circo Quimera: la cola del público para adquirir entradas, llenar el recinto y disfrutar con el ya inolvidable espectáculo “Galácticos”.