En esta vieja tarjeta postal -otra tradición arrinconada por dos fascinantes inventos: el móvil e internet- vemos cómo era antaño El Sardinero. Tan diferente, resulta claro, respecto a como es hoy. El testimonio histórico me parece excelente y por tal razón lo reproduzco. Constituye un verdadero viaje por el túnel del tiempo que muestra de manera nítida aquel Santander.