Llega al Palacio de Festivales de Cantabria un estreno de primerísima categoría: “El zoo de cristal”, de Tennessee Williams. Verdadera cita con el Teatro. Es decir, arte escénico sin trampa ni cartón. He aquí una pieza de extraordinaria carpintería, tan humana que engancha desde el inicio; buceo en las grandezas y miserias de lo humano. Al frente del elenco destaca una actriz que, al cuidar con mimo su trayectoria, ha ascendido de manera tan firme como admirable los peldaños profesionales precisos para transitar de la popularidad al prestigio: Silvia Marsó (foto). Su magnífico papel es un regalo de huella indeleble en forma/fondo. Perfume de interpretación. Las peripecias familiares que nos presenta el gran TW poseen plena vigencia, y eso que la obra fue estrenada el 31 de Marzo de 1945, que ya ha llovido. Una vez más queda claro que el talento no caduca: la sensible materia que disecciona sigue igual de viva que el feliz día que decidió afrontarla. Cualquiera de los personajes que creó, de milimétrica precisión emocional, puede ser un clon de cualquiera de los integrantes del público… “La vida es como una obra de teatro: no es la duración sino la excelencia de los actores lo que importa”, afirmó Séneca. Cierto. Se comprobará este fin de semana en la Sala Pereda del Palacio de Festivales de Cantabria, donde la raya que dividirá el escenario del patio de butacas será tan fina que los actores ejercerán de espejo. Todos contemplaremos en ellos retazos dulces y amargos de nuestra propia realidad. El teatro se convertirá, de nuevo, en paradigma de magia. En el planeta Alma.