Recuerdo artístico / Ataúlfo Argenta

Cantabria aportó un genio de la dirección orquestal a la música clásica y la zarzuela: el castreño Ataúlfo Argenta (foto). Conste como ejemplo este evento: en agosto de 1953 dirigió dentro del “Festival Internacional de Santander” el ciclo completo de las sinfonías de Beethoven, con la Orquesta Nacional, en la Plaza Porticada. Una vez concluida la interpretación de la “Novena”, la ovación duró casi ¡quince minutos! El público, puesto en pie, le aplaudía con entusiasmo. Del acontecimiento puede verse en el lugar la siguiente inscripción grabada en piedra: “En esta plaza el día IX de agosto de MCMLIII Ataúlfo Argenta coronó gloriosamente el ciclo de las sinfonías de Beethoven. El recuerdo de aquel aplauso intensifica el dolor de su memoria”. Batuta en mano, Argenta resultaba un músico pleno de carisma tanto para los integrantes de cada orquesta como para cada espectador. La prensa le dedicaba merecidísimos elogios. Ejemplo. Publicó el diario parisino “Le Figaro”: «Decir que era la figura de los directores españoles de orquesta es indiscutible, pero insuficiente. A los 44 años había conquistado un lugar privilegiado en la primera fila de los directores de orquesta internacionales, y su talento incesantemente en aumento, prometía una carrera evidentemente gloriosa. Asombraba por la diversidad de sus aptitudes». Lo mismo sucedía con sus compañeros del planeta artístico. La mezzosoprano Teresa Berganza declararía al diario madrileño ABC: «Con el movimiento de una mano -la izquierda, la de la expresión- te sacaba las entrañas. Haber podido cantar con un director tan genial como Ataúlfo cuando era tan joven fue una gran enseñanza. Siempre he dicho que de haber vivido más se hubiera convertido en el Karajan español. Entonces eran otros tiempos y no tuvo ningún apoyo publicitario como sucede ahora, pero era un gran artista. Un hombre muy carismático y atractivo. Tenía una mirada que la orquesta sabía interpretar perfectamente». El talento de nuestro paisanuco fue inmenso. Su huella será eterna.