Partió rumbo a la eternidad otro referente del Suite-Hotel Palacio del Mar: José Pedro Vaqué (foto), alma, corazón y vida de la entrega de los premios taurinos de la casa. ¡Qué noticia tan triste! José Pedro era el autor de los magníficos textos que durante tantos años he leído en el evento. A pesar de que conocía su mala salud de hierro, me dejó sin palabras mi amigo Juan Renedo al llamar por teléfono en plena noche para comunicarme su adiós; el de un ser humano con el que ambos compartimos geniales momentos de lecciones taurinas e inteligentísimo sentido del humor. Se agolpan en mi memoria las innumerables horas vividas con José Pedro en mis programas de radio; su divertidísima narración de la famosa “lidia de la lubina” en el restaurante Neptuno del hotel (que evocamos, entre carcajadas, el último día que comimos juntos en él este verano); los toques de amenísima erudición que prodigaba, etc. ¡Cuántas horas gozamos a su vera Juan, sus hijas y yo mientras al preparar la noche taurina ojeábamos las inspiradísimas apologías que redactaba de cada premiado! José Pedro se lo sabía todo sobre el mundo taurino: conocía a fondo la jerga, las características de las ganaderías y las cualidades y talones de Aquiles de cada torero. Amaba la fiesta hasta tal punto que sufría sin remedio al constatar los múltiples factores exógenos y endógenos que inciden en ella. Y doy fe sobre lo sustancial: tenía un corazón de oro. Fue, sí, una persona buena. Quienes tuvimos la suerte de conocer (y, en consecuencia, querer) a José Pedro, nunca le olvidaremos. Su despedida confirma las palabras musicales del maestro Alberto Cortez: “Cuando un amigo se va queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo”. Así es. Mi más sentido pésame para su familia. Reza por nosotros desde el cielo, admirado compañero de camino, pluma y micrófono. Procuraremos estar a la altura de tu ejemplo para poder reunirnos un día contigo en el espacio infinito de la Luz y del Amor. Descansa en Paz.