ACTUÓ EN SANTANDER: Raphael, un perfecto ejemplo de éxito merecido

Raphael
El éxito logrado ayer noche por Raphael en el Palacio de los Deportes de Santander con su magnífico recital “Sinphónico”, en el que estuvo muy bien acompañado por la Orquesta Filarmónica de Asturias, es el propio de la honestidad, el esfuerzo y la ilusión sin límites. La etiqueta “artista” se inventó, no hay duda, para adjudicársela a profesionales del espectáculo como él. Es decir, de los que se entregan al cien por cien independientemente del lugar en el que actúen; de los que dan la cara a riesgo de todo; de los que vacían siempre en escena hasta la última gota de talento; de los que emocionan. Raphael fue una vez más (y van…) paradigma de arte musical y escénico, espejo para que se miren y aprendan las nuevas generaciones de colegas. Fue, sí, la rotunda confirmación de que la profesionalidad no se improvisa: se curra. En tal matiz radica la esencia de los aplausos no regalados, sino ganados a pulso. Albert Camus resumió con gran acierto la cuestión cuando escribió: “El éxito es fácil de obtener, lo difícil es merecerlo”. ¡Enhorabuena, maestro!