“Le petite caravane”, fascinante retorno a la infancia del FESTIVAL EUROPEO DE LA MAGIA Y LO VISUAL

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El “Festival Europeo de la Magia y lo Visual” nos está proponiendo en Santander ofertas tan atractivas como “Le petite caravane”, fascinante retorno a la infancia de la mano del mago argentino Adrián Conde. Este bonaerense, que, según me contó, reside en Gijón desde hace doce años, ha creado un originalísimo concepto de espectáculo (estrenado en la capital de Cantabria) que comienza desde el propio recinto: una caravana de camping convertida en teatro con aforo de veinticinco espectadores. ¿Qué sucede en su interior cuando el público se sienta, se cierra la puerta, se encienden los focos y se abren las cortinas del mini-escenario? No lo desvelaré para que quienes no han podido verlo hoy lo disfruten mañana (la caravana estará instalada en los Jardines de Pereda, con pases de 12.00 a 14. 00 h. y de 17.00 h. a 20.00 h.) Adrián demuestra y confirma que la buena esencia se guarda en frascos pequeños y que uno de los grandes males del hombre actual es olvidar aquel niño que fuera. Así de curiosa y contradictoria es la especie, sí. Cuando somos niños imitamos a los mayores, deseamos ser adultos. Y cuando somos adultos y comprobamos qué poco apasionante resulta serlo necesitamos, para sobrevivir, retornar con frecuencia a la infancia. Viendo el show de “Le petit caravane” mayores y menores éramos unos críos. Es tan sencillo, tan entrañable, tan verdaderamente mágico lo que acontece en su interior que quieres que la representación no se acabe nunca. Nunca. Espectáculos así se deberían recetar en la Seguridad Social (con menos medicamentos y más reencuentros con la niñéz seguro que se resolverían montones de males derivados de la rutina). Enhorabuena a Raúl Alegría por esta acertadísima elección artística. Y  a tí, Adrián Conde, gracias por cuanto me has hecho disfrutar (sintiéndome de nuevo el chavaluco que fui) merced a tu extraordinario personaje de “El Pequeño Gran Mago”. Qué minutos tan felices, amigo. Qué minutos tan felices. Eternas gracias.

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En la foto superior, que realicé tras el pase, vemos a Adrián asomado a la puerta de su maravilloso teatro. El teatro más pequeño del mundo. Una joya artística. Un sueño.