Graziella y Raúl Alegría, química en el Gran Circo de Navidad de Santander


Mistinguet y Maurice Chevalier, Victoria Chaplin y Jean Baptiste Thierrée, Annie Fratellini y  Pierre Étaix, Nina y Jèrôme Savary… son parejas cuya complicidad en la pista nos ha emocionado, sorprendido y acariciado el alma. Estas rara avis de la escena por el talento, el esfuerzo y la sensibilidad que se requiere por ambas partes, amén del plus de la química interpersonal, tienen continuidad en la que se ha posado en el Gran Circo de Navidad de Santander. 

Allí se pueden ver destacadas figuras del mundo de la carpa: el malabarista Kevin Flores, el vaquero Tyron, los payasos Cantaleta y Petunio, el equilibrista Mitko Kolev, los ilusionistas Sixto y Lucía y mucho más. Porque la sencilla historia que cuenta la función está presentada por una nueva pareja excepcional, que nos lleva de la mano en la contemplación de la belleza de lo cotidiano. La trapecista Graziella Galán, con un personaje felliniano, entre mujer que quiere ser mariposa y trastolillo, dulce y tenue, con música del maestro Germán Díaz y exquisita luz de Carlos, encuentra en Raúl Alegría la mirada cómplice que hechiza al público. El cántabro aporta su magia más poética en el hilo rojo de la historia. El resultado es una función envolvente que nos embelesa y nos traslada a un mundo de ensueño. 

Cuando te alejas del circo llevas contigo el sentimiento noble de ser mejor, de intentar ser una buena persona. Es la consecuencia que nos impregna el haber visto algo hermoso, arte. En unos días con viento, un equipo de seres frágiles han sido capaz no solo de aguantar firme la lona, sino de alentar el pábilo de la esperanza en nuestro corazón. Gracias, amigos, por haber hecho todo este trabajo generoso y delicado por nosotros, vuestro respetado y querido público. Así nos hemos sentido. El Gran Circo de Navidad de Santander, un puñado de héroes en nuestro ánimo. Y la pareja artística Graziella y Raúl, una delicia para el espectro del mundo de la pista circular.

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Texto: FRANCISCO MARTÍN MEDRANO.

Fotografía: VICENTE ANSOLA.