Florilegio de recuerdos


Paseando hace unos días por Reinosa saludé a un amigo de hace muchos años: Emilio Zubizarreta. Dispuesto a sellar nuestro encuentro, me regaló su libro de vivencias “Incrustado en el muro”. Página a página, línea a línea, queda claro que se trata de una magnífica obra que ha escrito mojando la pluma en el tintero del corazón. Es decir, un florilegio de las evocaciones que la memoria selectiva del ser humanos guarda siempre en la cámara acorazada del alma. Como se indica acertadamente en su contraportada, “el compendio de toda una vida”. Su lectura no solo refleja la realidad de lo que aconteciera, sino también la personalidad y bonhomía del autor. “Para mi gran amigo Javier en agradecimiento por tanta amistad y cercanía. Un gran abrazo campurriano”, escribió y firmó como dedicatoria en el ejemplar. Hay encuentros inolvidables. He aquí uno de ellos. Enhorabuena y eternas gracias, Emilio, querido amigo y compañero de anaqueles. Seguiremos haciendo, juntos, camino al andar.